- Al Aire...
- La radio tomo mis sueños, para convertirlos en hermosa profesión... Rychard Rodríguez
Y procedió Dios a crear al hombre… a su vez, el hombre descubriría el sonido, la música…
Con el tiempo, este hombre se hace técnico, y crea la consola, el micrófono… la radio.
Es una lastima que la narración escrita no tenga al unísono, una narración sonora, con los efectos, sonidos y la música de nuestras vidas.
En cinco mil seiscientas sesenta y cuatro palabras… bache incluido ...este es mi cuento.
Raquelina Rodríguez Fajardo salió un día de su natal Colombia buscando futuro y mejores oportunidades para levantar a sus hijos. Luchadora, combativa, trabajadora, justa, amorosa y muy humana. Era de carácter alegre y mucho sentido del humor, le gustaba la música, el baile y escuchar radio. También interpretaba canciones de la infancia y juventud en su dulzaina, lo cual hacia sin estudios musicales… sin duda alguna, la raíz de mi pasión por la música y la radio. Ella me trajo al mundo un 27 de febrero de 1.956 en la Casa Municipal de Maternidad Concepción Palacios, en Caracas Venezuela. Mi niñez transcurrió entre juegos, el amor materno y la inocencia propia de un niño criado con valores, moral y espiritualidad en una Caracas que de nuevo retomaba el camino democrático. En este crecimiento, la radio siempre estuvo presente, también la televisión. En esos tiempos, tener un televisor no siempre estaba al alcance del bolsillo, por eso era normal encontrar en casa del vecino poseedor de este lujo visual, la sala llena de carajitos sentados en el suelo, viendo embobados e incrédulos una caja que contenía gente en blanco y negro. Mi primer encuentro con la tele es gracioso e imborrable: me sentaron frente a un aparato en el que se veían una serie de imágenes cautivantes, un rato después fui a dormir. Al levantarme, me senté de nuevo frente a la caja mágica ¡¡¡pero ya no estaban las imágenes que veía un rato antes!!! Me puse a llorar desconsoladamente… luego me explicarían como iba el asunto.
Una vez, en una fiesta del quinto grado de primaria, donde cada estudiante debía aportar algo para dicha reunión, lleve la música, un radio-tocadiscos portátil marca Toshiba, con unos cuantos discos de vinilo o acetato. En pleno baile, se fue la luz... ¡AHHHHH! fue el lamento generalizado, yo tranquílese a la concurrencia presumiendo que mi equipo también trabajaba con baterías. Fue mi primera “actuación” en los controles, y sin bache.
Noticias, música, novelas, deportes, humor, eran mis habituales acompañantes sonoros, y eso definitivamente marco mi vida pues mas tarde se convirtio en mi profesión y pasión. Era una radio hecha por adultos para adultos. Llego el momento donde hacia zapping (saltar) de emisora en emisora buscando cosas nuevas. Un día de 1.970, paseándome por el dial, escuche un sonido nuevo, extraño, cautivante, adictivo. Rápidamente me identifique con este nuevo y juvenil sonido que estaba mas acorde con mi edad: resulto ser la guitarra de Jimi Hendrix sonando en Radio Capital 710 AM. A partir de ese momento deje de lado el formato adulto y me adentre en esta nueva y fresca forma radial. Definitivamente esta etapa fue muy enriquecedora para mi, pues me sumergí en un mundo donde descubría una nueva música y una forma diferente y espontánea de hablarle al oyente. Recuerdo un eslogan que decía “El disco es cultura”, y en mi caso fue así, pues al estar en contacto con una diversidad de géneros musicales de la mano (en este caso sería en la voz) de todos los grandes profesionales de la locución, estaba educando y ensanchando mis gustos y conocimientos sobre música y afines, tan útiles, necesarios y apreciados en el medio radial. La cultura y el conocimiento también formaron parte de esa ‘educación radial a distancia’… como olvidar la cita dominguera, sentado junto a mi madre, para escuchar “Dos Generaciones” con Adolfo Martínez Alcalá y Napoleón Bravo o la particular y enriquecedora voz de Arturo Uslar Prieti y ni hablar de las sensaciones que producía escuchar los misterios del mundo sorprendente de “Nuestro Insólito Universo”. La radio entretiene, divierte y también educa… claro, si eso es lo que uno quiere.
Lamentablemente, cuando cursaba el quinto año de bachillerato, me vi forzado a dejar mis estudios para irme a trabajar y así ayudar en el sustento hogareño... Recuerdo que después de reunir unos ahorros de mi primer empleo, compre un radio grabador marca Aiko; mamá me acompaño ese día y el vendedor le dijo “Señora de seguro su hijo será periodista”… medios de comunicación, por ahí iban los tiros. En ese, mi primer “equipo”, grababa cassettes con música, y debido a mi “experiencia” como oyente radial, también improvisaba novelas, donde por supuesto, yo era el guionista y director. Los actores (mis amigos) siempre querían ser el “bueno” o el galán de la historia y ninguno quería hacer el papel de mujer; finalmente era yo quien terminaba emulando a Milagros del Valle o a Rosita Vásquez, icónicas actrices de radionovelas. De los efectos sonoros si se querían encargar todos: tirar una puerta para el efecto de portazo, golpear rítmicamente sobre una mesa imitando los galopes de caballos, servir agua en un vaso cuando el personaje pedía una cerveza, arrugar una bolsa plástica para imitar un incendio… el mejor y mas complicado “efecto” era el de los disparos: en el extremo de una cuerda se ataba un clavo y en el otro extremo se ataba el mango de una maquina de afeitar (eran de acero solido) que traía un orificio para enroscar, alli poníamos una o dos cabezas de fósforos, metíamos la punta del clavo, la cual golpeábamos contra el suelo produciéndose una detonación. Paso mas de una vez que hubo que repetir la toma… los fósforos no había ensayado bien su explosivo papel.
Mas adelante compre un amplificador Pioneer, luego un tornamesas o plato Garrad, un par de cornetas y un grabador de cassettes, los cuales amenizaban no solo mis ratos musicales, sino también las fiestas que organizábamos junto al grupo de amigos. Esas fiestas se hicieron notorias por su buena organización, muchos querían asistir, pero no todos lograban pasar pues teníamos control de entrada para evitar a los indeseables que nunca faltaban. Un día me llamo un conocido para que le pusiera la música a los 15 años de su hija, como recompensa tendría bebida y comida. Ese tipo de “contrataciones” se hicieron frecuentes, lleve mi música y equipos no solo a casas de familia, también sonaron en salones de fiestas residenciales, en la Casa Monagas y el Club de la Policía Metropolitana ubicados en la urbanización El Paraíso, también en varias fiestas vespertinas de liceístas conocidas como matinées. En principio el staff técnico estaba conformado por cuatro personas, pero fue creciendo debido a los aportes musicales que hacían los que se iban sumando, aparte de los que solo iban a cargar un cablecito. Recuerdo que en una fiesta, entró el grupo cargando todos los equipos y a mi no me querían dejar pasar, era lógico… iba con las manos vacías. En ese entonces, años 1.974, 1.975, 1.976, sin saberlo estaba haciendo algo que luego seria conocido como miniteca, pero ni mis amigos ni yo tuvimos la visión de ver en esto un negocio o profesión, solo una diversión entre panas. Pero de alguna manera fuimos pioneros en eso de alquilar los equipos, sonorizar y amenizar fiestas... ¡que falta de visión la mía!
Aunque no tiene que ver con radio, quiero compartir un recuerdo deportivo. En mi juventud jugué mucha pelotica de goma y chapita, eso me llevo a jugar béisbol organizado en un equipo llamado “Los Icaros de San Juan”, que llegaron a coronarse campeones de la Liga Popular, a la cual pertenecíamos. En ese entonces (1.977-1.978) se acostumbraba a enfrentar entre si a los campeones de cada liga, para luego ir a una final por el campeonato absoluto. A nosotros nos toco jugar contra el equipo “Ray-Ran” de Chapellín, quienes contaban con un ‘gordito’ que destacaba del resto, pues descocía la bola y estaba sobrado de lote. Ellos nos estaban ganando y para variar el ‘gordito’ había conectado dos jonrones. El terreno de juego se alquilaba por un periodo de tiempo y si en ese lapso no habia juego legal, se suspendía y luego se volvía a jugar desde el principio, es por eso que nuestro manager nos ordeno que retardaramos el juego de cualquier forma posible. En una jugada, el tercera base fildea un rolling y tira un piconazo a primera, donde yo jugaba, deje ir la pelota, pero fue tan evidente mi descaro, que el umpire le pide al mánager que me cambie de posición o me expulsaba. Me pusieron de pitcher relevista, al primer bateador lo domine y al siguiente le di base por bolas... ahora me tocaba enfrentarme al temido ‘gordito’; cuando estaba dispuesto para lanzarle, se decreta el final del juego por tiempo cumplido. Después, por cuestiones de logística y tiempo, no se repitió el juego y declararon ganadores a la gente de Chapellín. Desde entonces me he preguntado ¿qué hubiese pasado en ese turno que no pude lanzar?... el ‘gordito’ se llama Andrés y años mas tarde sería conocido como “El Gato” Galarraga.
Volviendo a la radio, cierto día, un amigo me pide que lo acompañe al trabajo de su papá. Fuimos a un edificio ubicado en la esquina de Cipreses, en el centro de Caracas. En el primer piso había una puerta que tenia un cartel donde se leía “Radio Libertador, sonidos selectos”. Al llegar al segundo piso por primera vez estaba en un estudio de radio: era Radiodifusora Venezuela 790 AM y el padre de mi amigo resulto ser Porfirio Torres, quien por cierto, muy amablemente me complació y dedico la canción de Earth, Wind & Fire titulada “I´ll write a song for you”. La experiencia fue fascinante, pero lo que definitivamente me marco fue la parte técnica, que estaba a cargo de Pedro Luis Coba, conocido como ‘Tribilin'. Le hice preguntas y me explicó las funciones de los equipos, las responsabilidades del operador, se puso a la orden para enseñarme el oficio y me dijo que aparte de los conocimientos también era necesario tener un certificado emitido por el ente encargado para poder ejercer el cargo en cualquier radio. El Ministerio de Comunicaciones le exigía a las emisoras tener copias del certificado de cada operador que laboraba en ese medio, esto era chequeado por un funcionario y también se verificaba vía telefónica, preguntándole al operador su nombre, apellidos y número de certificado. En esos tiempos no existían las cadenas de radio intempestivas y caprichosas, llamaban a las emisoras para notificar que a determinada hora habría una alocución presidencial… eran, felices días de radio.
En una conversación con un conocido, le manifiesto mis deseos de entrar en el medio radial, para mi sorpresa ¡el era operador de estudio! Nos hicimos amigos y me invito a su guardia nocturna los fines de semana. Allí aprendí como “cuadrar” un disco de vinilo, escuchar en “cue”, agarrar un “intro”, hacer un programa con “esqueleto”, llevarme un tema en “fade”, “poner a tiro” un cajetín, “ir al corte” y regresar del mismo… por supuesto también sufrí lo que es hacer un “bache”, soltar un disco “chorreao”, “montarse en el intro”, “ponchar un cajetín fuera de tiro” o quedarse “pegao”. Fue tal la amistad y confianza entre los dos, que un día mi amigo me pide que cubra las dos horas que restan de su guardia, debido a un imprevisto de último momento, así lo hice. Después se volvió habitual que yo fuera su operador avance particular. Lo hacia sin recibirle el dinero que me daba, yo sólo quería aprender y matar fiebre. Esto lo hacíamos sin que la gerencia se enterara de este irregular convenio, pues yo no tenia el certificado y por lo tanto no podía ejercer la profesión.
Generalmente cada seis meses aproximadamente, había un examen para aspirantes a locutores y operadores, pero por algún motivo esto se había retrasado y yo seguía ilegal y anónimo… hasta que por fin se llego el día. Presente mi examen un sábado en la mañana, en el edificio Arvelo, en Artigas, Caracas. Ese mismo día presento su examen Adolfo Martínez Alcalá, pero no de locución, sino de operador… ilustre colega. La entrega de mi certificado se demoro casi un año. Cuando por fin lo tuve en mis manos hable con mi amigo, pero en ese momento no había vacantes, así que me fui a Difusora, me enviaron a la consabida practica y tres semanas después estaba haciendo guardias los sábados en la noche, pues el operador se iba a trabajar en otra emisora; en esos días las guardias eran de cuatro horas y el equipo de operadores era un trabuco: Ismael Castillo, Heberto Rojas, José Luis Seijas, Enrique Useche y José Blanco. Alternamente hice algunas guardias de avance en Radio Libertador.
En ese momento trabajaba de lunes a viernes en el Ministerio de la Defensa y se me presento la disyuntiva de seguir con los dos empleos o dedicarme de lleno a la radio. La respuesta a esa pregunta vino de mi deseo de superación: es mejor capacitarme y cuando este listo me dedico de lleno a lo que me gusta. Tenia el certificado, tenía una guardia radial… pero sentía que no sabía nada y por lo tanto tampoco tenia gran cosa. Aproveche los cursos o talleres que se dictaban en el Sindicato de Radio y TV, así como en otros institutos, para capacitarme. Un domingo por la noche, escuche a Alfredo Escalante anunciar, en la Música que Sacudió al Mundo, que por primera vez en Venezuela se iba crear una escuela dedicada a la enseñanza del audio profesional, justo lo que deseaba. Haciendo un gran ajuste en mi presupuesto me inscribí y empecé mis estudios de sonido con Elmar Leal en Cepromusic, pero por algún motivo, el se separa de esta institución y funda el Taller de Arte Sonoro en la Castellana, Caracas. Dos años después, ya graduado, estaba mas capacitado teóricamente, faltaba desarrollar la practica. Ahora se me presentaba una nueva disyuntiva: escoger entre el audio profesional o la radio. Por esos días, mi profesor Elmar Leal me recomienda con una compañía que montaba sonido y eventos a nivel nacional para hacer unas pasantías remuneradas. Sin dudarlo acepte la oferta y trabaje allí casi tres años, adquiriendo la practica y los trucos del sonido profesional. Ahora tenia tres empleos y eso me resulto muy pesado de llevar, así que con el tiempo deje la radio (era donde menos me pagaban) y seguí con dos turnos laborales que muchas veces llegaron a chocar entre si, pero yo me las arreglaba para cumplir en ambos.
A principios de 1.991 se presentaron ajustes en la compañía de sonido y hubo una drástica reducción de personal, donde yo estuve incluido. Finalizando ese año toque nuevamente las puertas de Difusora y nuevamente estuve al aire, primero los fines de semana y luego de lunes a viernes; fue entonces cuando renuncie a mi otro empleo para dedicarme de lleno a hacer radio. En este período trabaje con Rene Quevedo Pachano, Macuin Lobato, los hermanos Oliveira, Estelita del Llano, Alfredo Churión, Frank Mora, José Félix Cárdenas, Javier Miranda-Luque, Víctor Ramón Córdoba, Dubal Maldonado, Gerardo Riccardi, Luis Mendoza “Mendozita”, Franco Pascuzzo, Otilio Mendoza, Humberto Bejarano, Jesús Rodríguez, Armando Garcés, entre otros, y con colegas como Carlos Ekcout, José “Cheo” Acevedo, Luis Alberto González, Carlos Aquino, Antonieta Vega, Omar Pérez, José Cordero y Armando Rodríguez… Una anécdota de esos días fue que Luis Eduardo Mendoza, operador en las mañanas, me pidió en tres diferentes oportunidades que le hiciera la guardia, lo curioso fue que Jesús Leandro, quien tenia su Ciclo Pop de 10:00 a 12:00 am, no pudo asistir los días que cubrí a mi compañero y nunca tuve el privilegio de trabajar con este icono de la radio, cada vez que nos veíamos, reíamos por nuestra incoincidencia… En Difusora habia un personaje que a mi me resultaba mágico: Rafael González “Rafita”, quien se encargaba de elaborar las pautas de la emisora, había sido operador en su juventud y orgullosamente me contaba que asistía a sus guardias “bien pepito”, o sea, elegantemente trajeado y que en mas de una ocasión, en la Plaza Bolívar, las damiselas al verlo venir, le solicitaban su autógrafo. Yo cubría la guardia de 6:00 pm a 12:00 am y cuando yo llegaba, “Rafita” iba saliendo, pero siempre tenia tiempo para conversar; recuerdo que me decía que tuviera cuidado, pues la zona tenia sus peligros, sobre todo de noche; luego cambie el horario, de 12:00 m a 6:00 pm. Un día, llegando a cumplir mi guardia, dos tipos venían bajando de carrera las escaleras; cuando entre a la emisora “Rafita” me dice: “Dos hombres se metieron y nos robaron, si hubieses llegado cinco minutos antes, no te salvas… yo cuidándote a ti y a quien atracan es a mi”.
Un día recibí la llamada de un conocido pidiéndome que fuera a trabajar con el en Audio Eventos… de vuelta al mundo de los viajes y el sonido profesional; esta travesía laboral fue corta, solo duro un año y medio. De nuevo retorne a la radio, exactamente a Dinámica 1490 AM. Allí conocí y trabaje con Héctor Castillo, Rafael Guillén y Hermes Enrique Molina, un gran amigo con quien compartía la guardia de 6:00 am a 12:00 m y los sábados poníamos al aire “La Gran Rumba”, donde le quitábamos audiencia a Fiesta 106.5 FM, debido a nuestro gran despliegue de música afrolatina (mal llamada salsa). Allí coincidí con operadores como Víctor Neda y Jesús Báez… Pequeña anécdota: una noche, llegando de trabajar, cerca de casa encontré a unos conocidos disputándose quien conocía mas sobre música; entonces surgió una apuesta: si yo decía el nombre de cada canción y su interprete, uno de ellos brindaba las cervezas, de lo contrario, seria un amigo quién correría con los gastos... era sábado de madrugada, nos divertimos, desafinamos, nos embriagamos y mi amigo no pago ni una lupulosa.
Luego cambie la música por los deportes y me fui a trabajar a Radio Deporte 1590 AM, donde me dedique de lleno a la grabación, edición y montaje o mezcla del sonido. Entre otros profesionales, trabaje con Luis Manuel Fernández, Gérman “Chiquitín” Ettedgui, Alvis Cedeño, David Cusmir, Agustín Alfonzo Monge, Ramón Corro, Pascual Artiles, Elicruz Salas, Carlos Tovar Ostos, Fabiola Obregón, Carlos Alberto Hidalgo, Francisco “Pollo” Sandoval, Manuel Urbina, Roberto Ribeiro, Carlos Márquez, Héctor Cordido, Carlos Alberto Hidalgo, Duilio Di Giacomo, Richard Mendez, Rene Rincón y el maestro Carlos Tovar Bracho, quien al entrar a la emisora se dirigía expresamente a mi estudio a saludar. Recuerdo a compañeros como Pedro Tabata, Vicente Pugliese, Martín Gutiérrez hijo y Richard Alonso. Allí también me desempeñe en las transmisiones remotas que en ese entonces se hacían vía telefónica o por línea muerta.

Mi amigo, Hermes Enrique Molina me informa que hay una vacante y en 1.999 aterrizo en Mágica 99.1 FM, donde además de prestar mi imaginación a la grabación y edición, también estuve como musicalizador y asistente de producción. Rafael Vidal, Amaury José Díaz, Román Rojas Cabot, Walter Roca, Rubén Monasterios, Marta Virginia López, Gustavo Trías, Indiana Montes Zúñiga, Marco Antonio López, George Henríquez, Andrés Rypin, Jesús Manuel Gambus, Carlos Alva, Shia Bertoni, Blanca Canabal, Moraima Blanco, Porfirio Torres, Ibéyise Pacheco, Horacio Blanco, Marianela Salazar, Nitu Pérez Osuna, Ana Karina Manco, José Domingo Blanco “Mingo”, son algunos nombres que pasaron a dejar su voz e ideas en mi estudio. Aquí también tuve la fortuna de conocer y compartir con una gran operadora y excelente amiga, Sonia Adrián, de quien viene la idea de hacer el registro biográfico que aparece en esta pagina. Dos gratos recuerdos musicales en esta emisora: un día que estaba al aire, puse el tema “Adam's Hotel” de Eumir Deodato, al terminar la pieza musical me llamo una persona que estaba de visita en el país, para agradecerme pues tenía muchísimo tiempo sin escuchar dicho tema. En otra ocasión, Andrés Rypin me pide que elija una canción para su programa, yo le sugiero “Slave” con The Rolling Stones, cuando el tema esta sonando, con poca convicción me dice “Bueno si, esta bien”; al momento llamó un oyente para felicitarlo por ese temazo, luego me diría “Richard que arrecho eres”… cuando la música que elegimos, toca algo especial en el oyente, es cuando esta profesión adquiere sentido.
Paralelamente a mi labor radial, junto a mi colega y amigo Argenis Lozada, creamos un estudio de grabación, que registraríamos con el nombre de Vinyl Studio, cuya sede estaba ubicada en las instalaciones de Radio Tiempo, en la urbanización La Florida, Caracas. Entre las cosas que allí se hicieron, vale la pena mencionar que José Jiménez Torrealba “El Chema”, grabó los primeros demos de lo que luego seria la emisora del Metro de Caracas. Lamentablemente la situación política que se vivió en el país durante el año 2.003 nos obligo a cerrar ese sueño.
Buscando nuevos aires, me fui a trabajar a Radio Nacional de Venezuela. Allí me encontré con dos héroes radiales a quienes siempre escuche, admire y respete. Uno fue Cappy Donzella, referente histórico de la locución, quien acostumbraba visitar mi estudio para conversar y contar sus vivencias psicotomiméticas... amenos e inolvidables ratos de música y psicodelia. El otro ser increíble que la vida puso en mi camino fue Jacques Braunstein el padre del jazz en Venezuela, un verdadero gentleman de tiempos pasados que profesaba la amistad con respeto y educación. Un viernes, después de grabar su programa, al despedirse de mi me comunica que se iba a someter a una difícil operación quirúrgica… dos semanas después me entere de su desaparición física. Me conmovió profundamente su partida, pues nuestra relación transcendió la simple convivencia laboral: Mr. Braunstein, por siempre Paz y Jazz... Además de mis labores técnicas, pude realizar un deseo que tenia tiempo en la lista de los pendientes: la producción radial. En el año 2.008 salió al aire “Desde la Sala de Edición”, un programa en el que conté con la participación, guía y luz de Antonio José Mora, maestro, amigo y gurú de las artes radiales (tu recuerdo siempre sonorizara mi memoria), esta producción fue reconocida con una mención honorifica del premio de periodismo Aníbal Nazoa del año 2.010. Otro logro personal que lleve al aire fue “Puro Placer”, un programa musical que además de producir, tuve la osadía de narrar (la sugerencia me la hizo el propio Cappy: “Carajito ¿quien mejor que tu para narrar tu propia creación?”… Rafael Pérez Márquez fue otro personaje que sume a la lista de amigos; un operador que llego con 21 años a la radio y durante 36 años tránsito la evolución que vivió esa emisora. También conocí y trabaje con un gran profesional y amigo, el periodista Fernando Alfonzo Peyre, de quien aprendía mucho cada vez que nos reuníamos a ensamblar el noticiero que teníamos a cargo. Ramón Guarate, Héctor José Isturde, Henry Ramos Hernández, Mariluz Díaz, Cesar Alí Méndez, William Alberto Alvarado, Otilia Rodríguez, Carlos Omaña, Naír Borges… nombres de algunos locutores, que con sus voces daban forma e imagen a las producciones que algún colega “ponchaba” al aire. No me queda dudas que esta fue la etapa mas rica, fructífera y satisfactoria en mi paso por la radio.
Cerrado ese ciclo, en 2.010 estuve trabajando con la Fundación Edumedia del Ministerio de Educación, en su departamento de audiovisuales, donde hice la musicalización de videos educativos, así como también la edición, musicalización, mezcla y coproducción de micros radiales para escuelas y liceos. Después prestaría mi experiencia y servicios en grabación, edición y musicalización de audiolibros a la Universidad de las Artes (Unearte) así como mi asesoría para la creación de una estación de radio… Creo pertinente mencionar que hubo emisoras en las cuales no logre trabajar, porque no me dieron la oportunidad o simplemente no me gustaron sus condiciones: Radio Rumbos, Radio Continente, Radio Caracas Radio, Radio Capital, Radio Sensación, Radio Visión, Radio Uno, Radio Fe y Alegría, Imagen 88.9 FM, Jazz 95.5 FM, CNB, La Cultural de Caracas, Unión Radio, FM Center (aquí trabaje unos meses los fines de semana), Kys 101.5 FM, Melodía Stereo. Sin éxito también toque las puertas de la televisión: Canal 8, Televen, Venevisión y RCTV. Debo confesar que no me han faltado oportunidades para regresar al medio, pero creo que la fiebre juvenil se enfrió… o la radio ya no es lo que solía ser.
Mi carrera radial tuvo su evolución. Comencé mi labor como operador de estudio al aire, luego fui operador de grabación, musicalizador, asistente, productor, gerente técnico y asesor. Por supuesto, para lograrlo hubo el deseo de superación, preparación académica, dedicación, constancia, interés, paciencia, mucho profesionalismo… y si es que existe, alguna dosis de suerte, que simplemente es la suma de todo lo anterior.
Mi trayectoria en este medio comunicacional me ha regalado alegrías, satisfacciones, amigos, logros y muchas cosas buenas e inolvidables. Pero al mismo tiempo he tenido ingratos momentos que también dejaron sus enseñanzas… Un día llego a mi estudio una locutora (a quien le decían ‘La dama que mas sabe de radio') con la cuña de La Puerta de Alcalá, un restaurant que por primera vez iba a tener publicidad en radio y “había que impresionar al cliente”. Antes de grabar la voz, se hicieron dos o tres lecturas para corregir y afinar el texto, de pronto ella me dice: ‘¿Rychard no te parece que hace falta una frase de cierre?’ Después de pensarlo un momento le respondí: ‘Ese es un monumento en Madrid, que tal si lo terminas así: La Puerta de Alcalá, el monumento al paladar…’ A la dama le gusto mi sugerencia y a partir de allí, esa frase se mantuvo varios años como parte de la publicidad de ese establecimiento comercial. Mi espontánea creatividad fue retribuida con un simple “gracias”.
El mas relevante de esos ingratos momentos me paso cuando la emisora donde trabajaba andaba en la búsqueda de un nuevo eslogan que estuviera acorde a los cambios que allí se producían en ese momento. En una reunión se plantea el tema y me comunican que mis sugerencias serian bienvenidas y tomadas en consideración. Me lo tome como un reto personal, después de ensayar con muchas palabras y combinaciones, tome la frecuencia modulada, la modifique y a los tres días presente mi propuesta: Frecuencia Mágica… de inmediato gusto. Lo usaron no solo como un simple eslogan, hasta en la sopa estaba presente y llego el momento en que la emisora era conocida y referenciada solamente con ese nombre. El problema se presento cuando, de manera abusiva y descarada, se apropian de mi creación, la cual usaban ocultando y negando mi autoría en la frase que orgullosamente presumían como propia. Por sugerencia de un amigo abogado, inicie el proceso de registro ante el Servicio Autónomo para la Propiedad Intelectual (SAPI) que en su debido momento me otorgo el certificado de marca. Ante la persistentencia en el desconocimiento a mis derechos, me vi obligado a entablar acciones legales, hasta que en 2.018 un tribunal sentenció que efectivamente Frecuencia Mágica era una creación de mi propiedad. Dicen que la justicia es ciega; tal vez lo sea el hombre y toda su manipulación de las leyes, pero por otro lado existe eso que llamamos Justicia Divina y esta es la que nos va guiando en los avatares de estas largas luchas legales, poniéndonos en el caminos soluciones, alternativas y personas que serán nuestros aliados en dichos combates. Un ejemplo de lo anterior fue que mi recordadisimo y eterno Jacques Braunstein me recomendó a su abogado personal para que llevara mi caso, Enrique Mendoza Santos, excelente profesional del derecho y muchísimo mejor amigo mío, quien con sus conocimientos y dedicación logro que se le hiciera justicia al desconocido David en su batalla contra el poderoso Goliat… y de eso se trata la justicia, terrenal o divina.
Todo el que se dedica a esta profesión tiene una opinión sobre el trato que se le da al operador en la radio. Están los que manifiestan su molestia e inconformidad, otros son mas prudentes al opinar y también hay quienes prefieren callar ante lo que muchos consideran abuso. En este punto, les suelto mi reflexión: el trato que recibimos de los demás depende de la personalidad, educación, mentalidad, ética, valores y hasta los complejos de las personas con las cuales nos desenvolvemos en la cotidianidad de la vida. Pero también depende, en mucho mas medida, de nosotros mismos, y aquí la palabra clave es RESPETO, en sus dos formas: ganarlo y merecerlo. Tristemente esta profesión se prostituye e irrespeta cuando:
Se aceptan sueldos por debajo de lo establecido.
Se trabaja en condiciones y horarios que no están contemplados en las leyes del país.
Se toma como cosa normal y no se le da un parao a cualquier tipo de degradación.
Se toman como gajes del oficio los gritos y “regaños” de quienes ocupan cargos superiores.
Pero sobre todo, esta profesión se putea cuando cualquier persona, por mero caprichito y sin conocer nada sobre la materia radial, se sienta a ejercer las funciones para las cuales no esta capacitada.
Lo peor de todo lo anterior es que la mayoría se limita quejarse de sus pésimas condiciones laborales, del irrespeto que reciben o que no hay nadie que resuelva sus problemas de trabajo ¡PERO NO HACEN NADA PARA CAMBIAR LA SITUACIÓN!
Una larga enfermedad no se va a curar con una pastillita o solo pidiéndole un milagro al santo de confianza. La lógica dice que para sanar, el enfermo deberá someterse a un tratamiento, cuidados, dietas, medicamentos y también la ayuda divina. Lo mismo pasa con los padecimientos del operador en nuestro país. Si no se agrupa el gremio, ni se toman iniciativas para la capacitación y el reconocimiento oficial del Estado a nuestra actividad como una profesión y no como un mero oficio, jamás se lograra ese anhelado respeto ni mejores condiciones laborales.
Sin ser abogado ni sindicalista, pero con conocimiento de causa, mis sugerencias para un cambio serian estas:
• Crear una institución dedicada a la enseñanza, en todos los niveles posibles donde se desenvuelve el operador, que incluya producción y gerencia radial.
• Presentarle al Estado un proyecto de ley para que la anterior institución sea avalada por el Ministerio de Educación y todos sus egresados sean reconocidos profesionalmente como lo son otras profesiones.
• Crear una asociación de operadores profesionales (sin política, sin politiqueros, sin sindicaleros) que al igual que otros gremios, velen por los intereses de sus socios.
Lo anterior se ve muy cuesta arriba y hasta imposible de lograr, pues no hay poder de convocatoria, ni capacidad de organización y mucho menos disposición de lucha. Todos sueñan con el nacimiento de la criatura, pero ninguno se quiere mover para su gestación. Mientras sigamos solo con lamentos plañideros y sin hacer nada, los abusos y el irrespeto serán una institución en esta profesión.
La radio, sus voces, su música, sus noticias... te marcan, no solo como profesional, también marcan tu vida personal. Como ves, como sientes o como entiendes al mundo, a tu país, a la sociedad, pueden ser moldeados y modificados con simples mensajes o campañas para tal fin. Un hecho tan cotidiano y fisiológico como es escuchar, puede definir y cambiar vidas, y hasta el rumbo de la historia. En los últimos años, en Venezuela, la política se ha basado y sustentado en la radio, televisión y cualquier medio de comunicación. La situación del país, buena o mala, según el color ideológico, ha sido manejada, manipulada, publicitada, callada, amordazada, amenazada, a través de esos medios. Hemos cambiado como sociedad, como país. En general, la mutación que hemos sufrido ha sido para destruirnos los unos contra los otros. Lamentablemente, la radio, ha sido exitosamente mal usada para ese desastroso cambio. Yo siempre creí y puse en práctica los preceptos que me enseñaron mis maestros: EDUCAR, INFORMAR Y DIVERTIR. Deseo que nuestra radio retome su gloriosa y rica historia para retornar a su verdadero y único legado: HACER BUENA RADIO.
Creo haber logrado muchas cosas. Otras se quedaron atascadas en el camino o apenas lograron arrancar. También esta aquello que trunque yo mismo por falta de experiencia o malas decisiones. Y no falto el que no creyó en mi pues no era “apto” a sus condiciones de trabajo. Las dudas por las incertidumbres no resueltas, siempre quedaran con una respuesta pendiente. Pero donde nunca hubo dudas, mezquindad o negligencia, fue en el empeño, ganas y profesionalidad que siempre le puse a mi trabajo… laborando en Radio Nacional de Venezuela, Edgar Ojeda (productor radial) me dijo: “Rychard soy fanático de tu trabajo”, esa frase por siempre estará guardada en mi bodega del alma, el sitio donde atesoramos todo lo bueno de nuestras vidas. Mi madre siempre me predico que cualquier cosa que hiciera, por mínima que fuese, la hiciera bien… toda la vida he practicado ese evangelio. Llegue a la radio siendo un romántico soñador, que deseaba inundar las ondas hertzianas con su música, anhelando modular en los micrófonos esas grandes voces o esperando escuchar mi nombre a través del radio receptor. Pero al estar sentado delante de una consola, teniendo detrás de ella, la riqueza intelectual, profesional, cultural y espiritual de todas aquellas voces que sin planteárselo, fueron maestros y profesores, hizo que aquel romanticismo evolucionara, creciera y se transformara en una mejor visión de la vida, la profesión y el mundo que me rodea… La radio tomo mis sueños, para convertirlos en hermosa profesión y esa realidad educo una mejor persona.
A veces volteamos a mirar el camino recorrido para ver que hubiésemos cambiado… no cambiaria nada, este mismo recorrido lo haría con mas sabiduría y una buena dosis de inteligencia.
Ni ser ángel, ni ser tirano
No ser santo, no ser villano
Con todos mis errores
Simplemente ser, mas humano.
Rychard Rodríguez Al Aire
Mi eterno recuerdo a la memoria de Antonio José Mora, Jacques Braunstein, Román Rojas Cabot, Cappy Donzella… Amigos y Maestros
03 de marzo de 2.019